Saturday, January 27, 2007

Absurda caricatura de sicópata


...aunque tiene un parecido físico a Chikatilo. Tal vez se inspiraron en la imagen de Chikatilo. Compara las fotos-dije.-Es viejo, tiene poca fuerza, es fino, medio maricón... en esta guevada hay que tener fuerza. ¿Cómo se llama el actor?- dijo-
Anthony Hopkins, es inglés. Es un gran actor, pero se funó con esto de sicópata.-dije.


Wednesday, January 24, 2007

Iquique desde Alto Hospicio


...me dijo limpiándose las manos con un trapo empapado de bencina, mientras su vista se perdía en las luces amarillas del dibujo de Iquique.

9.

Retomé algunos hábitos.
Dejé de fumar cuando me detectaron la enfermedad, supongo que por un impulso de autoprotección. De madrugada sentí el tufo en la pensión. No se sorprendió cuando abrió la puerta. Diango es universitario y escucha rock clásico (Black Sabbath, Deep Purple, Led Zeppelin... ). Tenía la mitad de una botella de ron. Fui a comprar una Coca Cola. Su habitación estaba más ordenada cuando llegué. Había encendido su aparatoso ventilador que me recordó a las aspas de los aviones caza japoneses tipo Segunda Guerra Mundial. Tenía una manera de fumar rara, compulsiva, de drogadicto decadente. Hizo una mueca de risa cuando tosí. Baja el volumen, me dijo como burlándose.
Después hablamos de estupideces como que Ozzy hizo bien salirse de Black Sabbath, de la panza de Ozzy, de los insecticidas mata cucarachas y de lo malo que era el ron nacional. Ya medio borracho me dijo que le parecía extraño no verme trabajar. Quedó conforme con la respuesta.
Hemos seguido conversando durante estas noches. Me presentó a sus amigos. Todos transmiten en lo mismo: rock, zorras, películas freak e infantiles historias de lo que hicieron cuando andaban duros. Todavía no han visto a Toña. Todos se ponen igual de imbéciles cuando fuman. Y van por más. Mi vida de universitario fue distinta aunque no sé si mejor o peor que la de estos guevones. Valparaíso estaba más cerca de Santiago, por lo menos. Tuvieron mala suerte.
Uno de los chicos dijo que venía la cuarta parte de Hannibal Lecter ¿Te daría asco comerte a alguien? propuso. Otro se acordó de los rugbistas uruguayos que todavía lucran con su repetida historia caníbal. Salió, también, el vino chileno que utilizó el caníbal de Rotemburgo. El imbécil de Galleguillos me preguntó por el vino que tomó el caníbal y su pololo. Le dije que era Gato Negro, cabernet souvignon del 2001.... Imagino que lo compró. El cadáver de Gretel Contreras Céspedes le faltaban varias partes de su cuerpo a diferencia de las otras chicas. No tenía los glúteos ni las orejas.

Vengo de un tour por los ciber del centro. La mayoría baratos. Malos. Desde tu computador podías ver al resto. Por las pantallas de los pajeros desfilaban gringas porristas con cara de cachondas, el gmail, la página de Colo Colo, suásticas, avisos de putas, el hotmail, fotolog de pendejas y una serie de guevadas que no recuerdo.
Primera vez que el pelado me saluda. Bien. Entendió que soy un buen cliente. Ya aparecerá Superhugo.

La policía culpó a los bichos cuando encontraron el masticado cadáver de Gretel. Los ratones o los perros habían destrozado el cadáver de la alumna de tercero medio del Liceo de Alto Hospicio, dijeron. Su cabello era castaño, algo rubio como del color del trigo y unos pequeños, pero dulces ojos café. Tenía tres hermanos –era la última- y su familia no exhibía apuros económicos.
El basural de las tomas estaba a pocos metros del pique donde aparecieron las chicas. Galleguillos con las manos encadenadas fue quien condujo a la policía. Era un sitio asqueroso como todo basural, pero no parecía problema para quienes se peleaban por la basura. Los niños eran felices con los yogurth vencidos que botaba el camión del supermercado, al igual que las mujeres con los pollos podridos. Esos mismos niños le arrojaron frutas podridas al sicópata cuando bajó del carro de Gendarmería.
Para la policía pensar en canibalismo era una fantasía tipo Hannibal Lecter. El forense del médico legal estaba más preocupado de las infidelidades de su mujer, que de hacer su trabajo. Una vez su mujer llegó al diario quejándose que su marido la maltrataba. No publicamos nada para cuidar la fuente del médico legal. El tipo se portaba bien con los datos.
Una noche mientras yo fumaba a un costado de la carretera de Alto Hospicio a Iquique, Galleguillos dijo que a Hannibal Lecter no habría durado nada en Alto Hospicio.
-Primero se lo comen a él- dijo riéndose.
-Salen sus buenos bistec... Es medio gordo, fino y hasta maraco- dije.
-Es una absurda caricatura de sicópata- dijo limpiándose las manos con un trapo empapado de bencina, mientras su vista se perdía en las luces amarillas del dibujo de Iquique.
-Pienso igual, aunque tiene un parecido físico a Chikatilo. Tal vez se inspiraron en la imagen de Chikatilo. Compara las fotos-dije.
-Es viejo, tiene poca fuerza, es delicado... en esta guevada hay que tener fuerza. ¿Cómo se llama el actor?- dijo
-Anthony Hopkins, es inglés. Es un buen actor, famoso, con premios y todo eso, pero se funó con esto de sicópata.-dije.
Son las 23 horas, y Superhugo recién da señales.

Friday, January 19, 2007

8.

Sentí sus dedos tibios sobre mis ojos. Me besó profundamente como para confirmarme sus intenciones. Luego con una de sus manos apretó mi pene y soltó una carcajada pícara, de niña mala. Pensé que su llegada media hora antes de lo pactado, respondía a que su pololo la había dejado botada después de metérselo en el baño del mall. Y ella, la muy caliente, no había encontrado mejor destino que buscar su orgasmo conmigo. Llegó en mal momento. Sostenía un chateo con Superhugo23. Me costó ubicarlo, pero al final se acordó y ya me contaba sobre sus placeres.
Pasaron dos semanas de nuestro último encuentro con Toña. Estaba aburrido de masturbarme. Pensaba en visitar a una puta aunque eso me significaba perder 30 lucas. Y ahí estaba: sentada en mi muslo, con el brillo del sudor en sus hombros, con sus dedos largos y atenazadores, con su fino cabello castaño sujeto con un cole, con su cuello olor a perfume barato y con la palabra “Placebo” que tanto me gusta chupar tatuada debajo de su ombligo. Quería irse rápido. Pendeja caliente. Justo estaba convenciendo a Superhugo para que mandara una foto de su colección. Tal vez Toña pueda resultar una buena moneda de cambio con Superhugo. El problema es que Toña representa más años de los que tiene.
Superhugo dice vivir en Colombia aunque creo que puede estar dos computadores detrás de mí o puede ser un cazador de los detectives o puede ser el pelado del ciber que expele un halo sugestivo cuando está frente al ordenador. Toña dice que el pelado tiene cara de degenerado, que la mira como degenerado y que habla como degenerado. No sé qué experiencia tenga ella con los degenerados. Pero según lo que viví con Galleguillos y otros, puedo decir que las apariencias engañan. A diferencia de este pelado -que más parece un milico o paco retirado-, Galleguillos pasaba por un hombre normal aunque un poco tímido, más bien inseguro, a la hora de relacionarse con el resto. No era de esos taxistas preguntones y amistosos. Me dijo que no le gustaba hablar con los pasajeros. Menos con la gente de las tomas de Alto Hospicio. Los encontraba rotos, pobres, mala clase y hediondos. Y sin embargo eran sus vecinos. Galleguillos no parecía de las tomas. ”. A pesar de la falta de agua del lugar siempre andaba bien afeitado, con el pelo limpio y con olor a “Fahrenheit”. Una vez el auto apestaba a patas. Él mismo se excusó explicando que eran sus zapatos de fútbol. Sus compañeros de equipo también dudaron cuando Galleguillos apareció como el culpable de los asesinatos.
El pelado me pasó de mala gana las cuatro Duracell para la Canon. A Toña, en cambio, le dijo “gracias señorita”, después de pasarle los Kent 4. Cuando al minuto Toña, volvió a buscar el celular, me dijo que el pelado de mierda le preguntó su edad. Toña se hizo la sorda. Creo que me cambiaré de ciber.
Me gusta hacerle sexo a Toña con el colaless puesto. Se ve exquisita en las fotos. La que más me gustó es una en que aparece tirada en la cama con su trasero bien parado. Esa noche no usamos preservativo.
Buscar ciber, es como buscar una buena pensión. Son las 11.33 y estoy en un ciber donde los computadores están encadenados al piso. Parece una sala de tortura. Espero repuesta de Superhugo por las fotos...

Friday, January 12, 2007

El carnicero de Rostov

Galleguillos una vez me dijo que a Chikatilo lo delataba el rostro...

7.

Yo tuve sexo con Mary Lovera. Tres veces. Dos en el “El Renacer”: media hora en una habitación pequeña y oscura –hedionda a humedad-, mientras Galleguillos me esperaba en el taxi. Le decía que una puta me lo había chupado por diez lucas. Ponía cara de asco. Odiaba a las putas. Decía medio en broma que eran cochinas, que sus vaginas era un pozo séptico.
La tercera vez con Mary fue en un motel, en Iquique. Respondió con su voz de niña cuando le propuse la cita. Me había dado un número de teléfono en “El Renacer”. Era un martes, la noche estaba tranquila y calurosa. Me habían pagado. Nos encontramos como a las 22 horas a un costado del Hotel Gavina. Vestía una camiseta ajustada con un estampado de la Sirenita y una falda corta que dejaba sus morenas piernas desnudas. Tenía el cuerpo duro –el abdomen plano- como cualquier chica de su edad y las tetas suaves. Le brotaba leche por el amamantamiento. Fuimos a comer mariscos a un restaurante que la incomodó –tal vez se asustó con alguien-, después a un pub y terminamos en el motel. Yo estaba medio borracho. Le juré que la volvería a ver. Se movía bien, como Toña. Tal vez llame a Toña. Son las 17 horas… me la imagino en la plazoleta que hay en el mall, donde se reúnen chicos como ella a tomar helado. Hace una semana que no la veo. La última vez me habló de un chico.
El único amor de Mary era su hijo. El niño le decía mamá a la abuela.
Con las fotos de su cadáver recién me convencí que estaba muerta. En ese momento quise matar al asesino. La identificaron por el pequeño tatuaje de una Biblia que tenía en su hombro derecho. La identificación del resto de las chicas fue más complicada. Hasta se dijo que el médico legal se equivocó. Tiempo después exhumaron los cadáveres. Algunos padres todavía no se convencen de su desgracia.
La última vez que vi a Mary fue en Alto Hospicio. Le distinguí una erosión en el pómulo derecho como si le hubieran dado un golpe de puño. De inmediato pensé en Quispe. Se espantó al verme en el auto de Galleguillos. Nunca me habló de él ni tendría porqué hacerlo. Sus extensos gemidos de placer todavía se me repiten. Discutieron. Él tampoco me dijo nada cuando cerró con rabia la puerta del taxi. Subió el volumen de la radio con violencia. Aceleró el auto. Después de varios minutos me habló. Fue para decirme que le daba lo mismo no llegar a dormir a su casa. Eran las 19.30 horas. Pensé que me invitaría a salir. Me dejó cerca de mi departamento y se devolvió.
Tal vez se había enterado que Mary era puta, pero había que ser muy imbécil para no saber que ella frecuentaba “El Renacer”. A ratos el mismo Galleguillos me parecía un imbécil, un simplón, un ignorante, un bruto, un taxista miope… Pero le gustaba conversar de psicópatas, de crímenes y de la crónica roja. Buscaba esos temas. Sus tesis sobre las desaparecidas concordaba con la que en algún momento tuvieron los detectives. Las chicas eran putas buscando unos pesos más en otro país.
Ahora, con la cadena perpetua ya declarada y algunos años de distancia, por ningún motivo lo considero un bruto. Nadie que conozca la manera cómo sobrellevó los crímenes puede considerarlo un bruto. Por más de un año aprovechó el contexto marginal de las tomas de Alto Hospicio. Nos miró como imbéciles. Me miró como imbécil. Pero soy el único que puede contar toda su historia.A las 21 horas me juntaré con Toña en el ciber.

Saturday, January 06, 2007

6.

“Imagínese, he visto perros comerse a otros perros”. Me dijo el encargado de un negocio cuando hice un reportaje sobre las jaurías de perros vagos en las tomas de Alto Hospicio. “Yo he visto humanos comiendo perros”, me dijo otro. “Es algo normal por acá”.
“No tienen mal sabor los perros”. Si se trataba de hacer periodismo, entonces probemos perro, le propuse a un chico como de quince años, cuyos hermanos tenían el pelo tieso. El chico me miró con la misma cara que me pone el pelado del ciber cuando me entrega papel higiénico. Aquí en el ciber pasan cosas raras, igual que en las tomas de terrenos de Alto Hospicio. Prefiero estos ambientes. Me muevo mejor.
Estéfani tenía los pelos amarillos y tiesos, como si le hubieran exprimido diez limones en la cabeza, unos evasivos ojos color café y una sonrisa que dejaban ver sus dientes del mismo color de su cabellera. Dijo que a la vuelta de su casa “había”. Que preguntara por la señora Norma. No estaba la señora, pero di con su hija que sabía del tema.
Mientras mis ojos se perdían en una rata muerta, del tamaño de un gato, equilibrada en un alambre de corriente por el peso de su cuerpo y una piedra amarrada en su lampiña cola, la chica me invitó. Fumamos. Ambos nos quedamos quietos, congelados como si ese segundo valiera toda la vida. El grito de Estéfani nos sacó del espasmo, pero no era un grito cualquiera, sino que eran gritos de risas porque la rata por fin había caído del cielo.
Quispe era el padre de la adolescente y de Estéfani -según supe después- , y algo así como el esposo de la mujer. Todos conocían su casa. Era la mejor de todas, la más arreglada. En el techo tenía hasta un plato para captar televisión satelital. Quispe vivía cerca de Galleguillos, a dos cuadras. La casa de Galleguillos era como cualquier casa de las tomas, una construcción rápida levantada con palos y maderas, algunas lucían mejor que otras.
Quispe llegó en su Honda Accord blanco. No se sorprendió al verme en la puerta de su casa charlando con su hija. Ella me presentó. Le dijo que era periodista. Me estrechó su mano y me invitó a pasar. Era una hombre moreno, algo bajo, de marcada ascendencia aymara, su carácter amigable, a ratos salamero y su disposición con los niños del lugar lo hacía el preferido del sector. Nadie hablaba mal de Quispe, lo comprobé en las varias veces que lo visité. Confirmé que su objetivo era transformarse en concejal de Alto Hospicio, cuando a sabiendas que era periodista de El Nortino me habló de que había reunido más de mil firmas en el sector “La Negra” para lograr la anhelada red de alcantarillados. Saqué mi grabadora. Fue la primera vez que apareció en el diario. Me preguntó cómo podía pagarme.
Una mujer le da una patada a la puerta del baño. Siento la voz del pelado. Siento la voz de la mujer. Está media borracha. Son las 13.50 horas. El pelado dijo que llamaría a los pacos. Ya todos estábamos mirando. No somos bellos los que frecuentamos el ciber. La mujer que vestía como vagabunda y olía a perro muerto le intentó pegar. El pelado la redujo como si alguna vez en su vida hubiera sido paco. La encerró en el baño y llamó a los pacos. No valía la pena defender a la mujer.
Galleguillos igual tenía ideas sociales para Alto Hospicio. Una vez me dijo que estaba aburrido de que las autoridades los trataran como animales, como perros. Supongo que por mi condición de periodista, la gente me hablaba de sus sueños y delirios. Galleguillos agregó que era absurdo que más de dos mil personas no contaran con agua para sus necesidades básicas. El camión aljibe pasaba día por medio. También me dijo que la seguridad policial era nula y que por ello, cualquiera podía asesinar a alguien en la mayor impunidad. Así era Galleguillos. Los pacos llegaron rápido, para tranquilidad de nosotros. Ahora me puedo concentrar en esto...

Wednesday, January 03, 2007

5.

Quispe administró el rancho “Renacer” de Alto Hospicio cuando funcionaba como prostíbulo barato. Fue hace cuatro años. En las cercanías de la casona amarillenta se podían hallar BMW, destartalados taxis marca Lada y camiones con patentes de Bolivia o Paraguay. También radiopatrullas. Las chicas no eran exquisitas como en “Le Privade” de Iquique, pero había cantidad para elegir. Se exhibían semidesnudas en una suerte de escenario. Trabajaban varias peruanas, la mayoría ilegales. También habían chicas de Alto Hospicio. Muchas se iban con los clientes y no regresaban más. No había control. Otras cosas preocupaban a Quispe en ese tiempo.
Mary del Rosario Lovera López, de 17 años, no regresó nunca más al “Renacer”. Galleguillos me la presentó.Sigo resfriado. Esta semana tuve algo de fiebre. Si el resfrío persiste no tendré otra salida que ir al hospital. Esperaré hasta el viernes. Por este resfrío me cago de calor en el ciber, parece que tengo algo de fiebre. Son las 15.25 horas. Pagué 10 minutos. Creo que soy el único que ocupa los computadores. Esta vez me recibió un gueón medio pelado que debe ser el relevo de la mujer. Desvió su vista el muy mierda cuando me entregó el papel higiénico. De seguro que en su computador tiene abierta una página porno.
No lo imagino chateando.Cuando Mary se bajó del taxi, Galleguillos me reconoció que estaba caliente por la chica. Creo que reaccionó cuando vio mis ojos aterrizar como moscas en el protuberante culo de Mary. Era madre soltera y durante el día trabajaba en el minimarket de un servicentro. Representaba unos 23 años por eso me sorprendí cuando me enteré de su verdadera edad. Después la publicaríamos en el diario.
Galleguillos la iba a buscar a su trabajo. Desconozco si alcanzaron a ser amantes, aunque todo indicaba que sí. Mary no me habló de Galleguillos, me habló de Maikol.El cadáver de Mary no tenía los pezones. Una vez le conté a Galleguillos que Chikatilo tenía la costumbre de seccionarle los pechos a las chicas jóvenes. Era una manera de dominación.
No hubo escándalo por la desaparición de Mary. Después los detectives levantaron la hipótesis de que Mary se estaba prostituyendo en Santa Cruz de la Sierra. Ni siquiera investigaron.
Conocí a Maikol, su bebé, cuando la madre de Mary, una mujer gorda, de pelo amarillento y embrutecida por la vida en las tomas de terreno, llegó al diario reclamando a garabato limpio que los pacos no hacían nada por la desaparición de su hija. Los periodistas no la tomaron en serio, menos cuando dijo que su hija trabajaba en el “Renacer”.
Una noche Galleguillos me reconoció que estaba preocupado por Mary, y que sospechaba de Quispe. Galleguillos tenía un rasguño en su pómulo. Me dijo que había discutido con su mujer. No le creí.Escucho la voz de una mujer. Pidió papel higiénico...