Wednesday, February 28, 2007

...Y SEGUIMOS

DESDE HOY ESTE TRABAJO SE SOMETERA A UN PERIODO DE CUARENTENA (MAS BIEN EDICIÓN Y RECONSTRUCCION). EN ESPECIAL DEL TEXTO 10 EN ADELANTE.. (gracias por los comentarios: axoloton y tirilla)

Sunday, February 25, 2007

El Verano de Sam

...Todavía tengo a Toña -aunque no me conteste por teléfono- y mi película favorita es el Verano de Sam de Spike Lee, donde Pete Townshend canta "Baba O'Riley" (mi canción favorita).

17.

La casa está fétida. Este hippie de mierda dijo que hoy solucionaría el problema. Son las 14 horas y escribo esto en el notebook de Víctor, un argentino de Salta, peluquero, solitario, que desde el lunes aloja aquí. El gueón amenazó con irse esta noche, parece decidido. Está aburrido de la hediondez. Lo único que me importa de este gueón es su notebook: un Sony Vaio que se conecta solo a internet.
Diango no apareció en toda la semana. Diango siempre quiso joderme con plata. Diango nunca me tomó en serio. Diango dejó alguna comida pudriéndose -de otra forma no se explica el olor-. Dejó la ventana cerrada y la puerta trabada. Imagino un shapsui podrido en una bandeja de aluminio y algunos bichos voladores ahogados en el caldo.
Aquí, en la habitación de Víctor, hay un espejo grande. Lo compró para su trabajo. Anoche me ofreció cortarme gratis el cabello. Dijo que mi cabello necesitaba de masajes con unas cremas que él tenía en la peluquería y que mi cutis era "simplemente un desastre". No me interesan sus juicios de peluquero marica.
El espejo refleja a un hombre canoso, ojos claros, boca pequeña y rostro huesudo. Estoy 15 kilos por debajo de mi peso normal. Mido 1.78. Todavía tengo a Toña -aunque no me conteste por su teléfono- y mi película favorita es el "Verano de Sam" de Spike Lee, donde Pete Townshend canta "Baba O’Riley " (mi canción favorita).
En marzo cumpliré un año viviendo aquí. No es el mejor lugar, pero puedo hacer lo que se me de la gana.

Saturday, February 24, 2007

16.

Me convenzo, otra vez, que la naturaleza es cruel. Revisé la secuencia fotográfica de un leopardo devorando a una pequeña cebra. En el texto encontré frases como: “matar para sobrevivir” o “naturaleza cruel” o “naturaleza salvaje”. Me suenan a títulos de un programa de Animal Planet. El fotógrafo que captó la muerte de la cebra pudo interferir, pero actuó como profesional y como tal, vendió su trabajo a la National Geographic.
No interferí en los hechos a diferencia de Galleguillos. Karina Trigo iba a ser madre (soltera como la mayoría de las chicas de su edad en las tomas). Karina tenía tres meses de embarazo, -según el informe del Médico Legal-, cuando se subió al V16 cerca de la botillería.
Puede declararme como autor intelectual o cómplice aunque me siento como un periodista que hizo su labor profesional y que ahora redacta lo vivido. Si usted me juzga entonces yo hago con los mismo con Quispe o Marambio. Cada gueón, en su medida, estuvo involucrado.
Sé -como cualquier persona- lo de ayudar a otro, de rescatar a otro, pero cuando el contexto está podrido... qué mierda importa… recuerdo los problemas por el agua: los insultos y amenazas contra el chofer del camión cisterna. El tipo disparando al aire con una especie de escopeta (Después aclaró que era de fogueo). La gente apedreando el camión. Después los pacos. Después el alcalde. Después las piedras e insultos contra el alcalde y los pacos. Después los pacos lanzando lacrimógenas. Luego las ancianas y niños ahogados por el gas. En ese contexto imagino a Karina Trigo con los dolores del parto. El hospital estaba en Iquique, a media hora de la toma.
Al hijo de Karina lo habría criado la abuela. Karina habría buscado trabajo. Karina habría dejado el liceo. Karina habría llegado al Renacer...
Pienso que no estaban dadas las condiciones para nacer.

Thursday, February 22, 2007

Garavito: Psicópata y sinvergüenza

...Le hablaba sobre un reportaje –para la serie de sicópatas- sobre Luis Alfredo Garavito, el mayor asesino en serie de Colombia. Garavito violaba, torturaba y decapitaba a sus víctimas. Se río cuando le dijo que el cabrón ése, ahora desde la cárcel, cobraba a los periodistas por contar detalles de los más de 140 crímenes que cometió –extraoficialmente se calculan 200- . Los detalles más sórdidos valían más caro.

15.

Galleguillos era obsesivo con la limpieza. El V16 parecía un espejo. Siempre estaba afeitado y perfumado con un Fahrenheit de Dior que mantenía en la guantera. Prefería los perfumes franceses. Iba seguido a la Zofri a comprar perfumes, desodorantes y otras guevadas en ese estilo. Era un bicho raro entre los taxistas. La mayoría andaba mal afeitado, como yo. Por machismo –influencia familiar- relacioné la obsesión de Galleguillos por la limpieza con la homosexualidad. Alguna vez temí que me agarrara el paquete aunque nunca me coqueteó, digamos: nunca me dijo que escribía bien. Era mi lector sólo porque le interesaban los sicópatas.
La policía no encontró sangre en el V16.
Lo vi quemar varias camisas empapadas de sangre en un desvío de la carretera entre Alto Hospicio a Iquique. Era como un rito; el punto final de una historia y el comienzo de otra. Tenía claro que en algún minuto yo escribiría esto. Me había elegido.
No lo tomé en serio cuando me lo propuso. Estaba medio borracho. Había bebido las tres cuartas partes de un Stolichnaya. Le dije que fuéramos al Renacer. En un WC me tiré unas culebras de coca. Salí como robot. Eran como las 2 de la madrugada. Galleguillos tomó avenida los Cóndores, se metió por unos pasajes cortos y detuvo el V16. Recordé la música de la película Tiburón. A media cuadra había una botillería donde entraban y salían chicos. Por algún lugar había una fiesta. Eran chicos como de quince años –no más-, estudiantes. Espera, me dijo. Espera le respondí y baje a comprar cigarros a la botillería.
En el auto encendí un Belmont, mientras me daban tirones para volver al Renacer. La coca también me pone más hablador. Le hablaba sobre un reportaje –para la serie de sicópatas- sobre Luis Alfredo Garavito, el mayor asesino en serie de Colombia. Garavito violaba, torturaba y decapitaba a sus víctimas. Se río cuando le dijo que el cabrón ése, ahora desde la cárcel, cobraba a los periodistas por contar detalles de los más de 140 crímenes que cometió –extraoficialmente se calculan 200- . Los detalles más sórdidos valían más caro.
Estaba en eso, cuando una chica, pelirroja, tetas grandes, carnosa desde donde se le mire, le pidió a este gueón que la llevara por mil pesos al Boro. Lo miré. Me dio el vamos con un movimiento de cejas. La chica no se dio cuenta cuando nos fuimos a La Negra, al sur de Alto Hospicio –El Boro era como el límite norte-. Habrá pensado que yo era un pasajero. Galleguillos puso su CD favorito. Me repelía la nueva ola, y peor Lucho Dimas. Le aclaré a la chica que primero me dejaría a mí. La chica puso cara de resignación. Cruzamos el basural. Mientras yo pensaba en otra culebra de coca, Galleguillos algo nervioso me demostró que estaba para aparecer en la colección que partió con Chikatilo. Los gritos de la chica no me provocaron nada, tampoco la ira y movimientos de Galleguillos. Sólo quería volver al Renacer. Después de una hora volvimos. Eran como a las cuatro de la madrugada, pero podían ser la dos. Me tiré otra culebra. Antes, habíamos parado en la carretera.
Se llamaba Karina Trigo Fernández.

Wednesday, February 21, 2007

14.

Luis, el tipo que me arrienda la pieza, me preguntó si he visto al universitario de la pieza 2. No he tenido la suerte, le respondí. Hace varios días que Diango no aparece. Seguro que se gastó la plata de la mensualidad y no quiere verle la cara a Luis, quien aparenta ser una persona relajada aunque a nadie le gusta que lo jodan con plata. Luis dijo que dejará pasar esta semana-ya estamos a miércoles- y que el domingo, recién, le sacará todas sus pilchas a la calle. No me imaginó a ése gueón enojado. Es como pacífico, medio hippie, más artesano que hippie –lo de hippie puede sonar a vago-. Fabrica unos horribles zapatos de cuero y otras porquerías. Tiene su clientela, tipos como él. No me perderé, en todo caso, el desalojo.
Le pude dar el número del celular del universitario, si Luis, claro, me lo hubiera pedido, pero ignora mi vínculo con el chico. Mejor que sea de esa manera.

Monday, February 19, 2007

13.

Lagos nos reunió cuando inauguró una multicancha en La Negra.
El papá de Marta Belmar, unas de las chicas desaparecidas, le entregó una carta al presidente. Las fotos de las chicas ya aparecían en los diarios, en televisión y en internet, aunque nadie hacía mucho caso. Marta, quince años, estudiante, tez morena, ojos café y pelo negro (además de la foto)… cualquier información comunicarse a los siguientes teléfonos… decían unos carteles pegoteados en los alrededores de la multicancha. A la chica se la había tragado la tierra al igual que a otras de la misma edad y de similares rasgos. El papá de Marta había relacionado los casos por eso puso lo que puso en la carta para el presidente. Un psicópata ni siquiera se le pasaba por la cabeza al ocupado Lagos. Tal vez Lagos nunca leyó la carta. En todo caso los diarios de Iquique publicaron completa la carta del papá de Marta.
Yo trabajaba para el diario; Galleguillos estaba con cara de asoleado junto a su mujer y sus hijastras en las graderías de la multicancha; un muy encorbatado Quispe sudaba y estrechaba su mano pequeña cuando podía a las autoridades pues por su condición de dirigente social era el que más cerca estaba del presidente; Marambio, en tanto, permanecía rígido como cualquier paco en una ceremonia oficial del gobierno.
Después supe que esa tarde también estaba Cristina, a quien la prensa bautizó como la niña heroína. Ella denunció a Galleguillos. Cristina era amiga de la hija mayor de Quispe. Vivían cerca e iban en el mismo curso: segundo medio en el liceo de Alto Hospicio. Cristina era menos bella en comparación a las víctimas. Era demasiado delgada (o casi anoréxica), senos pequeños –a diferencia del resto- y algo de acné en los pómulos. La hija de Quispe contaba que Cristina se acostó con varios camioneros paraguayos conocidos de su padre. Los paraguayos pernoctaban en sus camiones a la entrada de La Negra. Cristina y unas amigas –según la hija de Quispe- cobraban por chupárselo a los camioneros. Eran adictas a la pasta base.
Había faltado más de un mes a clases –contaba la hija de Quispe para Chilevisión-, pero la seguíamos viendo por ahí…
La espalda de Cristina o su cabeza encapuchada aparecieron en todos los canales de televisión. Recuerdo su casaca de jeans y sus botas de vaquero cuando unos orangutanes de la policía la condujeron a los tribunales. Parecía distinta, otra mujer. Quizás la policía o a esas alturas el ministerio del interior temió represalias. No la hubiera reconocido. Dudé que se tratara de la misma niña desaliñada que algunas veces me pidió plata cuando iba a ver a Quispe. Una noche Galleguillos le dio dos mil pesos.
No sé que mierda vio Galleguillos en ella. No obstante al tipo le asqueaban los camioneros paraguayos.
“Gracias a Cristina, a su valentía, terminó una de las historias policiales más sórdidas y aleccionadoras de los últimos años en Chile…" así presentaban el caso en la tv. Mi diario como el resto de los medios locales y nacionales subrayaban el ridículo que hizo la policía con sus prejuicios absurdos. Creyeron que eran putitas que partieron a Japón (o cualquier otro país desarrollado). Después Lagos dio disculpas públicas. Fue irrisorio lo de la policía, pero normal. Aquí siempre la condición social de la víctima pesó al momento de una investigación policial. De Galleguillos también se dijo de todo. Nada bueno (obvio). Pudieron averiguar sobre el (supuesto) talento artístico del psicópata, por ejemplo… a quién mierda le importaba que el hombre fuese un buen baterista o que alguna vez tocara todo un verano en el Casino de Arica junto a una banda tributo a la nueva ola. Al fin y al cabo Galleguillos había logrado ser conocido, famoso y célebre, un anhelo que buscó desde su adolescencia, según me contó.
Siempre admiró a Luis Dimas. Me reí en su cara. –Como vai a querer ser como ese gueón que parece una mala copia de Tom Jones-
-¿Quién es Tom Jones?- me dijo
-Es un gringo sudoroso, algo hinchado y de ojos saltones, que vende el cuento de animal sexual… sex bomb, sex bomb, sex bomb… así es su canción-
-…Tuve la oportunidad de conocer a Lucho Dimas. Fue en una presentación que realizó en el carnaval (de Iquique). Me dio la mano y me firmó este disco.-
Un twist de Lucho Dimas fue lo último que escuchó Marta. Cristina recordó una canción de Lucho Dimas en su declaración a los ratis.

Tuesday, February 13, 2007

Bar Porno

...Recuerdo mi proyecto de bar (porno) "John Holmes" -en honor a ese mismo- ...en todo caso por ahora no tengo plata para ese tipo de empresas.

Thursday, February 08, 2007

12.

J1: Te llegaron las fotos
Superhugo: Cuales
J1: La de la mina…
Superhugo: Estaba rica, pero no me interesa
J1: Adivina la edad
Superhugo: Mas de 18 aunque debe tener menos. No me interesa…
J1: Soy exigente gueon…. jajajajajajajajajaja
Superhugo: fijate en la foto bl1
J1: espera
Superhugo: llego la guevaá
J1: no pasa nada, cuéntame por mientras en qué estás…
Superhugo: trabajando en lo mío… no seas sapo
J1: está bien… me llegó la guevaá… seguí igual de depravado gueón.
Superhugo: jejejejejeje
J1: de cuándo es?
Superhugo: no seas sapo
J1: jejejeje… estai más cagao que yo, cochino… jejejeje
Superhugo: no me trati haci gueon… pero está rica… es de la semana pasada. Es ecuatoriana
J1: está rica gueon… Cuéntame como lo hacís
Superhugo: quedate tranquilo gueón, que después te envió más, chao.


Son las 19.30 horas. Este computador lo ocupó un marica. El gueón dejó varias páginas gays en el historial. Tengo la costumbre de leer el historial de los computadores donde trabajo, lo hago de sapo. Con todo los historiales que he visto puedo decir que somos un país de reprimidos. No todos, pero un porcentaje significativo, jejejeje… Supongo que este marica es un gueón de esos con familia, que tarde descubrió la estimulación prostática a través de la penetración anal. Razón para juntarse en secreto, como secta, por Chat con otros adictos al estímulo prostático. De ahí me explico las varias fotos de los tipos exhibiendo sus pijas, que encontré también en el historial. Otros salen tirando. Se ve que la pasan bien. Se dan duro los gueones. Uno tiene cara de dolor. Deben ser sus buenos centímetros (Recuerdo mi proyecto de bar (porno) "John Holmes" -en honor a ese mismo- ...en todo caso por ahora no tengo plata para ese tipo de empresas).
Si revisarán mi historial también encontrarían sorpresas… ¿Sorpresas? Jejeje (ando revoltoso). Superhugo es el responsable.
Tal vez cuando me vaya, el pelado del ciber revise mi historial o tal vez esté confabulado con esos periodistas mamones del programa “Contacto” o con los ratis. No me imagino a Superhugo como cazador de los ratis, pero por su pasado podría haber alguna conexión. Imagino al gueón como guardia de seguridad de un supermercado.

Wednesday, February 07, 2007

11.

Compré un disco de grandes éxitos de David Bowie. No escuchaba a Bowie desde que estaba con Natalia. Recuerdo algunas cosas buenas de ella, mientras por la radio suena Ashes to Ashes. La chica no se complicó para cambiar la Corazón. El problema de este ciber es que desde todos los rincones se puede ver tu pantalla. No es apto para pedófilos.
Natalia está en Santiago. La he visto por televisión como periodista de un programa de farándula. Está más gorda, más rubia. Hace dos años que no hablamos. Esa vez me mandó a la mierda. La llamé -del diario- para contarle que estaba con Cristián Soto, un gueón que fue compañero nuestro en la universidad. A Soto lo había enviado La Nación para hacer un reportaje sobre las desapariciones en Alto Hospicio. Natalia tenía razones para odiarme. Por eso no le será extraña mi amistad con Galleguillos -si llega a leer esto -. Recuerdo que en octubre –no sé de qué año- su familia me echó. No hizo nada para reternerme. Siempre las cagadas pasan en dos minutos. Natalia tiene una hermana menor. Pamela debe tener ahora 17 años.
Acompañé a Soto y su fotógrafo a Alto Hospicio. Esa vez nos entrevistamos con la mamá de María Elizabeth Caces Godoy. La mujer habló pestes de Quispe. Soto anotaba que Quispe atraía a personajes extraños a La Negra, como bolivianos o paraguayos -todos camioneros que trasladaban carga desde la Zofri hacia sus países-. Los camioneros eran clientes del rancho “Renacer”.
Después nos fuimos al “Renacer”. Quispe le ofreció el copete gratis. Soto sólo reía -de inrédulo-. En medio de una botella Jack Daniels, Soto abrazó a una de las chicas. Después la besó y se fueron. Yo me quedé con el fotógrafo. Se llamaba Alvaro. Quispe me dijo que el gueón parecía rati. Nada. El gueón sólo quería coca. Se quedó con las ganas. Cuando traté de comprar apareció el famoso capitán Hugo Marambio, de la comisaría de Alto Hospicio. Era habitué del “Renacer”. Evidente podía ser el interés de Quispe hacía el paco, sin embargo entre los dos hombres había cierta amistad o complicidad. Las fiestas con putas del “Renacer” en la comisaría eran comentario en Alto Hospicio. Comenzaban después que cerraban los locales nocturnos, como a las 5 de la madrugada. La ciudad quedaba sin resguardo policial. A esa hora, varias veces con Galleguillos contemplamos desde el auto riñas y asaltos.En una ocasión mi compañero (no me creo lo de compañero... ) me detuvo cuando estuve a punto de socorrer a una mujer, parecía borracha, que estaba siendo pateada en el suelo por un gueón de mierda. Al final Galleguillos aceleró el auto y sin asco se lo tiró. El gueón salió volando. Quedó con la cabeza tendida en la cuneta. Sangraba por la nariz. Parecía inconsciente. La mujer alcanzó a escapar de la embestida, pero Galleguillos la alcanzó a pie. Con una mano le agarró el cuello y le azotó la cabeza con la muralla. Cálmate gueón, le grité. Encendí un cigarro. La mujer tuvo la mala idea de decirle: “cálmase papito…cálmese” ...Así que puta... gueona, maraca… puta, puta… le dijo con ira. Me pidió el cigarro y lo apagó en el párpado de la puta, mientras la insultaba. Una vieja sapa de un departamento cercano amenazó con los pacos. Galleguillos le gritó que éramos ratis.En el auto me dijo que esos gueones nunca más saldrán a guear de madrugada. Te creís Batman, le dije. Se río. Bajé el vidrio y encendí otro cigarro. El ruido de unos pájaros era señal que estaba por amanecer.Mary Lobera me había contado que a Marambio le gustaba tirarse a mujeres morenas, en especial peruanas o ecuatorianas. De ahí su ligazón con una ecuatoriana llamada Carola -según me enteré después-. La sacó del “Renacer” y la mantuvo por varios meses en un departamento nuevo -de esos por subsidio del gobierno- ubicado en la avenida Los Cóndores. Al igual que Mary y el resto de las chicas, nadie supo qué mierda pasó con la ecuatoriana. Nunca llegó de vuelta al “Renacer”. Galleguillos me dejó marcando ocupado cuando me porfió que vio a la ecuatoriana caminando de noche cerca del Casino de Iquique. Tal vez se confundió. Había varias mujeres como Carola en Iquique. Cada vez llegaban más extranjeros.Marambio era un tipo afable, poco rígido en comparación a otros pacos y bastante amistoso. Tenía mucha llegada con la gente de la ciudad, no así en las tomas de terreno. Los radiopatrullas llegaban a las tomas sólo cuando había algún crimen. En La Negra vivían más de cinco mil personas. También estaban las tomas de El Boro y la autoconstrucción. Alrededor de quince mil personas vivían sin ningún tipo de resguardo policial, escribió Soto en el reportaje que sacó para su diario. Después de la cuarta desaparición un grupo de vecinos de La Negra se organizó en grupos de vigilancia. Además de las sospechas de un posible sicópata, en la toma eran habituales las violaciones, las riñas entre pandillas de adolescentes y el microtráfico de pasta base y paraguayo –marihuana prensada-.El lapso entre la cuarta desaparecida y la quinta fue de cinco meses. El tiempo más extenso, tal vez por la aparición de esa junta de viejos borrachos. Los viejos andaban con palos y cuchillos. Sin embargo el grupo no llegaba al basural.María Elizabeth estaba en cuarto medio del Liceo de Alto Hospicio. Su familia había llegado de Santiago. Se instalaron en La Negra y allí esperaban una mejor oportunidad. Su padrastro trabajaba en Iquique como guachimán, mientras su madre se quedaba al cuidado de sus tres hermanos menores. Galleguillos me presentó a María Elizabeth. Cuando podía la llevaba gratis al liceo.Una madrugada la encontramos en Iquique, en los estacionamientos de la discoteca Pharos. Galleguillos le hizo una seña y ella se acercó a saludarlo. La mirada celosa de su pololo, un flaco con pose de rapero marginal impidió que subiera al auto. Ya la veía sentada en mis muslos, gimiendo. Su cabello era negro y le llegaba hasta la cintura. Su rostro era algo redondo, pero conjugaba bien con sus grandes ojos café claros. Sus tetas eran grandes y parecían blandas.Galleguillos le dijo que la podía llevar gratis a Alto Hospicio, pero sola.
Soto y Alvaro, en cambio, la pegaron a Galleguillos $5 mil pesos para que los llevara del Renacer hasta el Hotel Charlie Inn de Iquique.
La mina volvió a la Radio Corazón.

Monday, February 05, 2007

10.

Una taxista me dejó a media cuadra de aquí. Fue raro el viaje. Representaba como 40 años, delgada, pelo teñido de tono cobrizo y un escote generoso. Los Ray- Ban le daban la necesaria cuota de misterio.
Escuchaba una radio de música romántica, creo que la Corazón. Cuando me entregó las monedas del vuelto me dijo que prefería los días nublados. Yo igual, le dije. Por un segundo dejó de mirar el camino.
Pensé que me agarraría el paquete. Luego me vi con ella en una posición incómoda en su auto con la misma canción de fondo. Habría preferido un hotel. La canción era de Christian Castro, según el locutor.
Quise echarle mierda al sol cuando nos detuvimos en un semáforo, pero me desorienté al ver a dos putas entrar al Centro de Enfermedades del Transmisión Sexual del Hospital. Eran las 10.30 e iban a control.
La chica que atiende este ciber escucha la misma radio de la taxista. En comparación con la taxista, la chica es una niña. Supongo que son 20 años de diferencia. Cuando esta chica tenga 40 años recién Galleguillos podrá acceder a algún tipo de libertad.
La justicia no alcanzó para ese gueón, me dijo Toña cuando hablamos sobre los crímenes. Es una burla para la gente estar alimentando a ese gueón con fondos fiscales. Es una vergüenza que no exista pena de muerte para exterminar a este tipo de basura, mierda humana, caca... Conmigo era tierna.
Galleguillos, medio en broma, tuvo el descaro de dudar de mi por la desaparición de Mary. Esa tarde Quispe me había entregado un paquete para que lo repartiera entre unos conocidos suyos de la población Jorge Inostrosa de Iquique. Me sorprendió su llamada. Eran las 15 horas –más o menos- y yo estaba en el diario. Me pagó 50 mil pesos por el encargo. Aproveché para que también me dijera algo -por su condición de dirigente social- sobre la seguridad en La Negra. Ya eran tres (o más) las chicas desaparecidas. Quispe también era papá de dos niñas. El paso siguiente fue llamar a Galleguillos. De entrada me dijo que estaba apurado porque tenía que ir a buscar a su mujer a la municipalidad. En Juan Martínez con Thompson bajó una pasajera y seguimos por Tarapacá. Me preguntó algo de las gemelas Campos. No recuerdo bien. Estaba obsesionado con Daniella Campos. Antes que me dejara en el centro, me tiró la pelota con Mary. Le dije que no fuera gueón. Se río.

La taxista usaba unas botas a la pantorrilla. Me fijé cuando frenó. Restaban como dos cuadras para llegar. Las botas son un buen fetiche. La imaginé desnuda, con la mitad del cuerpo recostado en un mesa, con su cola parada en dirección a mi sexo y con las botas puestas.
Pensé en pagarle los cuatro pasajes del taxi y seguir hasta el final del recorrido. En el trayecto podría proponerle algo. El viaje fue un agrado, le dije. No es el único que me dice eso, me contestó. Chao. Se despidió con una sonrisilla coqueta dibujada en el rostro. Tendré que verla otra vez.