Wednesday, July 29, 2009

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Mientras masticaba un trozo de carne en una de la cocinerías ubicadas en el interior de feria de Alto Hospicio conocida como terminal, Samir pensaba en la paranoia de Sergio. En las siete u ocho cuadras que recorrió nadie se acercó de manera hostil. Ni siquiera le pidieron monedas. En el terminal, la gente parecía preocupada de comprar desde refrescos, CDs de películas, muebles y ropa de segunda mano. Había mucha gente. Otros comían choripanes chorreantes de grasa y mayonesa a su lado. Más allá a un chico bastante delgado le cortaban el pelo en una peluquería con piso de tierra. Tenía el pelo crespo y negro. Su madre era una mujer de no más de 30 años, algo gorda y de cabello amarillento. Parecía alterada o eso era lo que proyectaba en la conversación que sostenía por el celular. Cada garabato que lanzaba la mujer provocaba la inmediata mirada del peluquero. La mujer tensionaba la escena.
Samir se puso a fumar. Uno de los tipos que también comía, le preguntó de dónde era. De inmediato pensó algo andaba mal. Su intención no era andar de turista, sin embargo parecía diferente a la gente. Pensó en su afán observador y de ahí pasó a sus zapatillas. Miró los pies del resto y encontró similitud. Las zapatillas le habían jugado en contra. Podía pensar lo mismo de sus jeans.
-Soy de Santiago- le respondió con tono seguro.
-Yo era de Santiago, vivo aquí desde hace cinco años- le dijo el tipo, moreno de barba de alrededor de 40 años -¿Y qué le parece Alto Hospicio?
-No es para hacer turismo –le respondió Samir-. La verdad es que estoy de paso por un asunto familiar y no me he dado el tiempo para conocer mejor la ciudad. En todo caso me parece bastante alegre. No hay ningún lugar donde no esté la radio a todo volumen.
-Somos festivos los hospicianos –le dijo el tipo para después extender su mano como despedida- Acuérdese me llamo Cristian Marín, y trabajo en gasfitería. Cualquier problema que tenga su familia con cañerías me ubica aquí todos los días en esta hora.
Samir se despidió y comenzó a vagar nuevamente por la feria. Algunos rincones parecían discotecas. La chicas en su mayoría adolescente, rubias teñidas, se paseaban con poca ropa. Samir atrapó varias miradas, pero no quiso seguir. Las chicas casi siempre tenían a su alrededor chicos con aspecto de rapero y sombrero ladeado, que parecían quemar el tiempo con reggaetón. Parecían agresivos. No obstante le prestaron fuego para encender un cigarro.
Después salió de la feria con la intención de preguntarle al chico que le vendió el celular por el origen de éste. En realidad a eso había ido a la feria. En el local le dijeron que aquel vendedor había tenido que viajar urgente a Tacna. El problema fue que cuando iba de vuelta a la casa vio al chico caminando por la acera de frente en dirección a la feria.

Monday, July 27, 2009

+10



-Cualquier día te van a encontrar muerto si sigues con ese celular- dijo Sergio mientras le daba comida al perro.
Samir lo desconectó al cable y el celular nuevamente se iluminó.
-No seas mal agüero viejo depravado- le dijo y cerró la puerta del baño. Eran las 11 de la mañana del domingo.
En la ducha Samir pensó que lo de la muerte era una exageración ¿Y si sonaba de nuevo? Lo de Juan podía ser una coincidencia con el asesinato de Carolina Martínez y las otras muertes. El afán estaba en juntarlas ¿Porqué no podían existir más asesinos? Samir se había enterado de lo de Juan por el diario. No hiló fino, total su amigo o conocido -término que después utilizó con la policía- estaba desaparecido. Fue uno de los últimos que lo vio. El tono de Sergio lo hizo rebobinar en esto de mafias y sicópatas. Sergio podía estar horas hablando de mafias y sicópatas. Era su tema. Su sueño era escribir una novela sobre aquello. El problema de Sergio, según Samir, eran sus fetiches. Demasiado cine gringo. Demasiado "Scarface". Demasiado "Taxi Driver". Sergio vivía en Alto Hospicio, pero a la vez no vivía. La casa parecía una fortificación. Estaba blindada. Tenía alambras eléctricos en sus costados. Estaba aislado por una cuestión de seguridad, decía. Pocas veces salía a pie a comprar por ejemplo. Más aún cuando una vez habían asaltado a Ivania en el almacén de la esquina. El almacén tenía rejillas. Siempre asaltaban. Había microtráfico de drogas. La pasta base. Había cocodrilos todo el día. Sergio juntaba la realidad de la calle con la de las películas de mafias gringas y armaba una protorealidad. En este caldo de cultivo hasta él podía transformarse en un asesino, una suerte de justiciero, total los pacos no defendían a nadie. Que las ratas se coman a las ratas. Sergio podría tener cádaveres en su casa con la complicidad de su mujer. Siempre hablaba de hacer desaparecer a una adolescente rica de no más de 18 años. Lo decía con vehemncia. Samir le seguía el juego. Total, decía Sergio, en Alto Hospicio siempre habrán desapariciones. Todo va en la profundida del hoyo en la tierra.

Hasta lo de Juan, Samir no había tomado demasiado en serio los asesinatos. Recordaba el entusiasmo de Juan por el tema. Sus ojos bien abiertos. La manera como fumaba. A los periodistas siempre le gustaba jugar a ser paladines de la justicia. En este caso, según Sergio, la curiosidad había matado al gato. Para que adentrarse tanto. Cuando Sergio hablaba de aquello lo hacía en tono macabro como relatando alguna película de terror adolescente.



En el desayuno Sergio recordó que hace dos meses había sido testigo de lo que podía llamarse un secuestro. Esto por el robo de un 4x4. Una Nissan Terrano. Había ayudado a un tipo que lanzaron al costado de la carretera en la subida desde Iquique hasta Alto Hospicio, desde el 4x4. El tipo venía golpeado, con varios cortes en el rostro y algo borracho. Le dijo que tres bolivianos o colombianos, no distinguía de acentos, lo secuestraron el centro de Iquique para robarle el vehículo. Si bien no se resistió, igualmente dijo que le sacaron la cresta. Sergio lo dejó en la garita de Carabineros. No soportó el olor a vomito como para llevarlo al hospital. Al otro día Sergio se enteró que había sido una quitada de drogas. Lo positivo –decía Sergio- es que los pacos no me pidieron la cédula de identidad ni nada. Los pacos estaban medios adormilados en la caseta. Se hacen los guevones a esa hora. Eran como las 3 de la madrugada.El diálogo en el desayuno se cortó cuando Ivania, ofuscada, les reprochó por sus temas. La mujer se encerró en su pieza. Sergio levantó las cejas y con las manos le hizo el gesto del dedo en el hoyo. Luego se encerró con su mujer.



Esa madrugada Samir había despertado por los gritos que salían de unos autos que hacían piques, algo frecuente en ese lugar, según Sergio. En ocasiones disparaban al aire. La habitación de Samir daba a la calle. De alguna manera ese mundo, pero desde lejos, desde la ventana como pez en acuario, atraía de sobremanera a Samir. Convivir con aquello era otra cosa, pero a diferencia de Sergio, Samir sentía que debía sumergirse en Alto Hospicio. Por eso aquella tarde de domingo decidió almorzar a una cocinería de la Feria Las Pulgas que daba justo frente a la compra y venta de celulares, con la intención de observar.

Friday, July 24, 2009

+9


Hasta el tercer día y cuando ya era evidente la desaparición o secuestro de Juan, Vergara se refirió al tema. Lo hizo ante el director del diario, respetando jerarquías, aunque ya la noticia estaba desparramada tanto en la redacción como en todo el medio periodístico de Iquique.
La familia de la polola de Juan había realizado una denuncia de presunta desgracia. Por esto la preocupación de Vergara. Después del reportaje hubo llamadas telefónicas con amenazas, decía la madre de la joven, una mujer delgada de unos 40 años. La policía estaba al tanto de esto. Ricardo no quería líos a pesar que entendía hacia dónde iba la responsabilidad. Vergara, algo tartamudo, se lo hizo saber.
-Quizás el diario no debió haber publicado lo de un nuevo sicópata, todavía- remató Vergara.
-No creo que aquello esté en discusión por ahora. Es necesario averiguar bien lo que sucedió con Juan, a lo mejor viajó de improviso.
-¿Con su polola?
-Claro, con su polola- dijo Ricardo con una mueca como si tuviera sacándose un pedazo de chumbeque entre sus dientes.
-No vaya hacer que hagamos noticia con un periodista nuestro-
-No sea majadero Vergara- respondió Ricardo pensando en el titular del diario de la competencia, o algo así: conocido periodista desaparecido, se especula ajuste de cuentas. Tenía la gallina de los huevos de orol. Imaginó la vidente de Chimbarongo. Imaginó la solución para salvar al quebrado diario.
-Esperemos que aparezca hasta las 20 horas, de lo contrario llama a las dos policías, pero saquemos algo mañana de todos modos.
-Yo no firmo la nota- respondió Vergara.
-No la firmes, si hay algo malo estos tipos no van a venir para acá ha matarnos a todos, no (Ricardo apretó las cejas) No te preocupes hombres si esto no es Medellín- le dijo Ricardo que antes leyó un reportaje de la revista Viva de El Clarín, sobre la historia de un reportero gráfico en medio de la guerra narco en Medellín de finales de los años 90.
Vergara salió de la oficina de Ricardo con rostro de funeral. Casi resbaló por las escalares (frente a la foto en sepia de la pelea entre Arturo Godoy y Joe Louis) que llevaban a la sala de la redacción. Para su suerte la sala estaba desierta. Se sentó, se puso sus lentes oscuros -que le daban un aire de Stevie Wonder- y comenzó a pensar con quien partir. No pensaba en la búsqueda de Juan, sino en la manera como podía salvar de ileso o hacer una nota que al final no dijera nada. Con el periodista y su polola desaparecidos, ya el tema pasaba a noticia nacional. Eran muchas las coincidencias. Había paño que estrujar. Fue en ese momento cuando decidió presentar su renuncia al diario. No estaba dispuesto a prestarse para guevadas.

Wednesday, July 22, 2009

(Del expediente +)


decidimos llevar de inmediato a la joven al lugar de la ejecución, pero como ya oscurecía no nos fue posible llegar al lugar de la fosa, en vista de lo cual regresamos al vehículo. Creo que esa noche logramos convencerla que a su pololo lo habíamos dejado en un lugar en buenas condiciones, desde el cual podría pedir ayuda asegurándole a ella que correría la misma suerte al día siguiente. Al rededor del las 8.30 horas del domingo sacamos a la muchacha del vehículo luego de atarle las manos y vendarle los ojos le advertimos que correría la misma suerte. Cuando llegamos al lugar de la ejecución la chica presintió que su pololo estaba muerto, fue entonces que en su desesperación empezó a gritar mátenme y déjenme a su lado. No fui capaz de dispararle mirándola al rostro por lo cual tapé mis ojos con la mano izquierda y le disparé en la cara a la vez que fijaba mi mirada hacia a atrás. Con el impacto la mujer cayó y de su boca salía mucha sangre, intentó reincorporarse y fue en ese instante cuando desarajé el segundo tiro para darle muerte instantánea y terminar así definitivamente con su sufrimiento.
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como ya estaba desidido que los mataríamos busque un sitio apropiado para la ejecusión, finalmente encontramos una especie de hondonada
cavamos la fosa con las manos. la tierra y piedras que fuimos sacando las amontonamos en un mismo lugar la zanja medía mas o menos cuatro metros de largo y 80cm de ancho.... ella me preguntó , adonde habíamos llevado al muchacho le contesté que a otro sitio que iba a estar bien y que despues se reunirían allá mismo.
Como no deseaba ver me cubri con la mano izquierda la vista y disparé
finalmente rezamos una oración en la tumba, un padre nuestro

Thursday, July 02, 2009

+8

Juan no era de guardar secretos. Menos, Ricardo, el director de El Nortino. Entonces a Juan le resultó fácil convencer al director sobre la existencia de un sicópata.
Al despachar a Juan, Ricardo pensó en dejar a éste en el puesto de Vergara y de paso echarlo. Luego revisó unos mails hasta que encontró el de Mariana y de golpe olvidó que tenía que revisar la portada del diario. Para eso estaba Morales. Lo llamó y dijo que despechara la portada a más tardar a las 22 horas con el reportaje de Juan y que estaba aprobado por él. En realidad no lo había leído. Para titular el diario, Morales se caracterizaba por su sensacionalismo. Le decían "Tiro Loco" -como el dibujo animado-. No se llevaban bien con Vergara. Siempre lo presionaba para que dijera más en sus crónicas. El problema del gordo eran sus compromisos. Por esperar, el otro diario había dado el primer golpe sobre el otro sicópata. Desde ahí Vergara pasó a la lista negra de Ricardo.
Tal vez por esto puede entenderse el arrojo de Morales y Ricardo para lanzar toda la carne a la parrilla.
Y lo hicieron a pesar de lo que podía sucederle a Juan.