Monday, November 26, 2007

34.


La mujer me besó la mano como si fuera Marlon Brando en El Padrino y tomó una calle que daba a una plaza. Después la encontré sentada, sola y taciturna, frente a una fuente de agua. Ni se inmutó cuando me ubiqué a su lado y encendí un cigarro. Te imagino con un sobretodo como Humphrey Bogart en Casablanca. Un tipo sin escrúpulos. Un mercenario en medio de la guerra. Eso del cigarro no me gusta. Me suena a novela de Soriano. A novela negra ¿También sabes de literatura de argentina? No seas irónico. En tu cabeza no está la posibilidad de que una mujer como yo, una peruana de Ica, sepa de literatura argentina. No soy la chica frívola, como las mujeres que te has metido, imbécil ¿Por qué piensas que el resto son frívolas? Mírate al espejo. Mejor con lencería.
Chao cigarro. Me metí una goma de mascar entonces. Rumiabas ¿Qué hizo la mujer? ¿Lloró? ¿Se arrepintió? Supongo que la invitaste a un café, y después conversaron sobre la vida, no sé, la vida, hasta que la convenciste de que hizo lo correcto. Claro, la idea fue convencer. Convencer. Reconvencer.
¿Cómo era la mujer? Poco pelo y desordenado. Entre 30 años y 40 años. La piel del rostro irritada. Demasiado sol. No era de Mendoza. Venía del campo. De un pueblito cercano donde había nacido San Martín, el libertador de Chile ¿No sabes que San Martín liberó a Chile? Venía con sus hijos. Eran dos. Una piba y una pibe, jeje. Imagino al Judas de la película del borracho de Gibson, colgado en un árbol. Por tu culpa le sacaron la cresta a Jesús. Siempre la han sacado la cresta a Jesús. Los métodos cambian, pero el dolor es el mismo. Alguien tenía que pagar la mierda de todos nosotros, podridos, malos, esbirros. Tú eres una esbirra. Y tú: un torturador romano de la película de Gibson. Tienes cerveza. Fría, en el congelador. Tráeme dos y te sigo contando. Bueno.
Me dijo que con los dólares se iría a España ¿A la casa de Perdita? Era la mejor. Que cambiaría de vida. Era la obvio. Que se olvidaría de todo. La convencí que su vida había sido un desastre. Y ella se soltó: fue violada por un pariente cuando adolescente y una serie de hechos que confirmaron su pobreza. Después la crisis. Una vida miserable. De todas maneras. Le falta hielo a estas porquerías ¿Hay más?
¿Y no se arrepintió la muy mierda? No. Al final la convencí. Pobre diabla. Lo mismo digo yo. ¿Cuál es el libro que más te gustó de Soriano? No son tan geniales, pero me quedo con la fiesta de los milicos de Cuarteles de Invierno. Yo prefiero el del gordo y el flaco ¿Triste, solitario y final? Ese. Así acabarás tú ¿Acabemos?

1 comment:

Gabriela Palomino said...

Cada vez que te leo, me dejas pensando. Muy a diferencia de cuando te "hablo".

Un abrazo y un beso.

Ah! y por cierto, estuvo buena la comparación de El Padrino.