Rodrigo Ramos es de esos periodistas de calle, ya que hace años reportea cultura para su trabajo formal y en los tiempos libres encuentra la necesidad de escribir llenando blogs con ideas que versan en los problemas sociales y la marginación. En diciembre del 2008 escribió una novela negra que cuenta las muertes del psicópata de Alto Hospicio, llamada del mismo nombre. Lo interesante es que hoy un dibujante trabaja en el comic de dicha novela.Conversamos con él por el comic de su novela pero aprovechamos de preguntarle sobre literatura, cultura y motivaciones de vida para escribir. Es certero, sincero y crítico de actual estado de las cosas. Conozca sus ideas.
-¿Cómo ves el desarrollo de la literatura en Antofagasta?
-La veo auspicioso por la gente que conozco y que está haciendo cosas. Hay calidad. Hay indicios de salir de la modorra. Hay que darle vuelta a la novela, a la narrativa en general. Uno puede hablar del mismo tema de siempre, pero lo que debe replantearse es la forma, la manera de abordarlo. Lo raro es que ninguno de estos escritores –que conozco-, salvo alguna excepción fueron por Antofagasta la Feria del Libro. Raro.
Me interesa también el concepto Nueva Nortinidad, que expuso Alvaro López en una columna. Como región fronteriza o ciudad de inmigrantes, que somos, debemos plantear temas como: la misma inmigración, la desigualdad, la burbuja económica de la minería, la prostitución, el tráfico de droga, la pobreza intelectual, el doble estándar tan frecuente en la personalidad institucional de las empresas, los líderes chantas y la contaminación. Es nuestro deshumanizado contexto, pero es ahí donde literatura o las artes en general humanizan. Puede fraternidad, compromiso, amor, solidaridad entre una familia de traficantes. Al final los que no quieren ver más allá, la mayoría, se prejuician y demonizan todo.
-¿Qué significó para ti Alto Hospicio?
-Varias cosas, por ejemplo, he ganado varios buenos amigos por esto, como también críticos. No a todos les puedes gustar como escribes. Lo otro es que la literatura en general, más que Alto Hospicio, te da un respiro, oxígeno en profesiones como la mía. Se pueden hacer más cosas, va todo en lo dedicado que puedas ser. Para la literatura es necesario el oficio y la paciencia.
-¿Qué te parece que un dibujante haya querido graficar Alto Hospicio y qué expectativas tienes de ello?
-Bien pues, pero lo mejor es la calidad del dibujante. Carlos Carvajal es todo un referente dentro del cómic chileno. Creo que aquello es lo más importante, además que sin conocerlo personalmente, compartimos varias cosas, puede ser la infancia de los años 80 bajo la dictadura y aquello marcó a una generación. Me interesa que se pueda leer en sectores a los que no llega la literatura formal y que se distribuya de manera popular, puede ser en kioscos de poblaciones y sectores marginados, pues la historia es de ellos. Alto Hospicio representa la invisibilidad de los sectores postergados en Chile. Quimantú por su distribución no comercial, favorece que otros tengan acceso a la literatura y no la elite de siempre. Si la gente leyera más, aumentaría su espíritu crítico contra el sistema y no estaríamos donde estamos hoy.
-¿Cómo ves tu futuro como escritor?
-No me veo tomando cafecito ni firmando libros, ni haciéndome auto homenajes patéticos, o diciendo a todos que soy escritor. Puede sonar a falsa modestia, pero me veo con un grupo de amigos más mi pareja bebiendo cerveza y conversando de periodismo, literatura y contingencia, burlándome de los poderosos, de la Concertación, de la Derecha, etc. Igual tengo dos novelas que estoy afinando, una sobre el terremoto en un pueblo del norte (Tocopilla) que se llama “La Reconstrucción”, y otro proyecto, quizás mi más querido proyecto, “El Descuartizado”.
-¿Cuáles son tus motivaciones al escribir?
-Escribo de manera profesional, diría con cierta metodología, y leyendo más bien la forma en los libros, hace alrededor de tres años que coincidió con mi separación, un aspecto personal. Antes estaba más dedicado a pasarla bien, aunque escribía de a ratos. Creo en el factor terapéutico de la literatura, a mi me ayudado bastante. Después me gusta, como periodista, dar a conocer realidades especialmente las marginales.
- ¿Qué opinas de la delegación de Antofagasta que fue a la Feria del Libro de Santiago?
-Creo que lo mejor fue no ir. Hay gente con méritos, y otras que no, como siempre suceden en este tipo. Se privilegia lo políticamente correcto y las formas, más que el fondo. Además que se va con un impronta muy provinciana. En Santiago, la capital, el centro, reafirmarán los prejuicios que tienen de acá, por ejemplo, demasiada autoedición y esto es igual a publicar sin parámetros de calidad. En muchos casos el egocentrismo nubla y engaña.
Como la comunidad en general no lee, se maravilla cuando alguien saca un libro. Pero quienes leen o van más allá con el cuento, saben lo que realmente es y lo que no es.
Es inminente la necesidad de profesionalizar la literatura en Antofagasta, algo que quedó truncado cuando murió la UJSO. Lo interesante es que está el ánimo. Me habría sentido satisfecho que hubieran ido unos 10 o 11 nombres que no están o fueron sacados de de la lista por ser “políticamente no correctos”. Y claro, creo que la gente que seleccionó no está al tanto de la actualidad literaria –es mucho decir que ni siquiera leen-, todavía están viendo tele blanco y negro.
-¿Qué crees que le falta al norte para crecer a nivel literario y cultural?
-Le falta más generosidad entre los artistas, menos belicosidades e intereses egoístas, envidia. Falta trabajar con la boca cerrada, como digo: las cosas caen por su propio peso. Falta más apoyo académico, más carreras humanistas, más crítica social. Las Ues hoy son un negocio, estamos claros.
No podemos seguirle mendigando plata a las mineras o al Fondart. El asunto es si tienes las ganas, hazlo.
Otra cosa, y esto de fondo, los creadores deben filtrar la actualidad, salir a la calle y ver, hay demasiados estímulos. No podemos seguir pintando postales de la pampa, o escribiendo sobre temas agotados. El teatro lo está haciendo, la plástica va en camino y la literatura también.
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