Es jueves, son las 18.35 y estoy en un ciber. No importa la ciudad. Pagué 500 pesos y tengo media hora. Escribiré hasta donde pueda.
Seré concreto: sé cosas que nadie conoce sobre los crímenes de las adolescentes de Alto Hospicio.Me importa un pico mi futuro, estoy enfermo. Conmigo muerto la condena seguirá inmutable para Pedro Galleguillos Cifuentes, el taxista o el denominado psicópata de Alto Hospicio.
Galleguillos apretará los dientes cuando se entere de esto -aunque por sus limitaciones no creo que sepa lo que es un blog-. Lo imagino como otra planta virulenta en ese invernadero que es la cárcel de Arica. Creo que hasta deseará llamar a la periodista de Chilevisión que levantó la tesis de que había más involucrados en los crímenes o que todo fue un boicot. Esa chica quiere creerle según lo que he visto por televisión.
Lo obligaron a declararse culpable. Pensé que aguantaría.
Tuve la suerte de conocer a Galleguillos y a los demás. En los demás me pueden incluir, aunque mi participación en los hechos no esté del todo clara. Supongo que varía desde: autor intelectual, encubridor o quizá simple inocente. Para definirlo habría que ver quien se cruzó primero en el camino. Cuando ese día deslizó levemente sus intenciones le hablé del "Carnicero de Rostov". Era la tercera o cuarta vez que me llevaba de Iquique a Alto Hospicio. De ahí y hasta su detención siempre me esperó los jueves en la salida de Iquique. Siempre a las a las 20 horas, cuando iba donde Quispe a buscar el encargo.
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