Tuesday, December 12, 2006

2.

Pagué 200 pesos por 10 minutos en un ciber. Son las 23.49. El calor de verano resucitó a los bichos. Tengo cucarachas en mi pensión. También maté a un ratón. Me resulta placentero matar lauchas. Esta vez me tocó uno del porte de un gato pequeño, un pericote. Quedó atrapado en el WC. Le eché soda cáustica, después agua hirviendo. Terminó despellejado. Tuvo mala suerte el animal de caer en mi WC. Tal vez más adelante me haga una guillotina para decapitar ratones. Cuando niño me dio resultado.Galleguillos me contó que sentía placer matando animales. Me habló de su infancia, en Linares. Le gustaba cazar conejos. No me habría gustado ser conejo y encontrarme con ese depravado. Aún vivos los depellejaba. Luego los asaba. Podía pasar días en el bosque. Su abuela no le exigía ir a la escuela. Desconozco hasta que curso llegó, pero sabía leer.Nuestra amistad comenzó por los reportajes de psicópatas que publicaba El Nortino.
En el segundo viaje comprobé que tenía sobre la guantera el primero de esos reportajes. Le dije que yo era el autor. Sus pupilas se agrandaron, me emocioné, un poco por ego y otro porque presentí el potencial de esta unión.Partí con Andrei Chikatilo o “El carnicero de Rostov”, un asesino en serie ruso. Siempre leí todo sobre Chikatilo. Tiene la marca de asesinar a 53 adolescentes y jóvenes en Rusia. Su rostro de payaso maléfico es el retrato perfecto del psicópata. Sus crímenes los hacía por una necesidad sexual. Cada puñalada lo acercaba al orgasmo. Eyaculaba sobre el cadáver. A una chica le comió los pezones.Galleguillos una vez me dijo que a Chikatilo lo delataba el rostro.

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