Me gusta este ciber. Me recuerda a esos viejos cines de Valparaíso que exhibían películas medias porno, donde los fingidos gemidos de las putas de la pantalla se confundían con el quejumbroso vaivén de las butacas.
La encargada del ciber me puso cara de asco cuando le pedí papel higiénico.
Esta semana la pasé resfriado. Sentí algunos ruidos de un ratón pero lo dejé pasar. A veces los bichos son compañía. Me conozco de memoria sus ruidos. En el fondo no estoy tan botado, siempre hay alguien para urguetear. Se llama Antonia (o “Toña”) y la conocí por internet. Es caliente. Ella quiso que nos juntáramos. Ella se arriesgó. Parece que le gusta jugar a las relaciones prohibidas. Parezco su papá. No me interesa saber su edad.
Esta semana realizó su segunda visita. Fue bueno, mmmm... bueno. Siempre hace bien o relaja tirar. Mejor si es con alguien menor. Sus gemidos son agudos y cortitos. Le gusta que me demore. Me gusta chupársela. Dice que todos los hombres que se la han comido se la han chupado. Por eso la tiene depilada, rica. Más me calienta.
Lo que me incomoda de “Toña” es que tiene un parecido con Sarita Soto Rubilar, una de las chicas asesinadas. Tenía 16 años.
Galleguillos siempre tocaba la bocina a manera de piropo a las lolitas. Al principio lo asimilé como una costumbre habitual de los taxistas.
Una vez le dije que me acompañara a buscar una puta de las que se paraban afuera del Casino de Iquique. Eran como las 3 de la madrugada. Veníamos de Alto Hospicio. Todo el trayecto me habló de fútbol, de la Universidad de Chile, su equipo. Galleguillos jugaba fútbol. A la puta le pregunté por una amiga. Eran 30 lucas por las dos. Yo las pagaba. Galleguillos no quiso. Noté sus nervios cuando la puta se subió al auto.
Siempre había crímenes con putas y travestis en Iquique. La mayoría no se aclaraba. Galleguillos nos dejó en el Hostal J.Pérez. A la puta le pareció raro el chofer. Me dijo que en algún momento sintió miedo, pero más por mi que por él. Dijo que Galleguilos parecía chofer de funeraria y que yo tenía cara de degenerado, jejejeje. Pensó que la llevaríamos a otro lado, por la playa. Me aclaró, en todo caso, que el temor es algo normal entre las putas, cosas de su trabajo.
Yo me enteré por la televisión que Galleguillos convivía con una funcionaria de la municipalidad y que tenía dos hijastras. Las niñas no pasaban los 8 años. Ignoro si les hizo algo, pero cuando la mujer habló toda llorosa por televisión dijo que el hombre nunca tocó a las niñas. No le creo. La mujer se declaró ignorante de los actos de Galleguillos. Siempre las mujeres son las últimas en enterarse de las canalladas del marido. “Era buen esposo, buen padre, deportista, trabajador.... alguien inventó todo o alguien lo metió en eso, estoy segura... ” decía la pobre.
Galleguillos tenía pocos amigos, me dijo una vez, pero fieles. A Quispe lo conocía de antes. Quispe era conocido en las tomas de Alto Hospicio. Se movía con relajada impunidad. Los pacos hacían la vista gorda con Quispe y con las tomas de terreno. Entre marginales se las arreglan, decían los pacos.
La gueona del ciber apagó la luz. Quiere que nos vayamos. Son las 2:30 horas y hace calor. Ojalá Toña tenga encendido el celular.
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