Saturday, April 28, 2007

36

Me despertaron las sirenas. Me tapé la cabeza con la frazada hedionda a humedad. Eran las 8.30 horas. Aquí todo tiene un fétido aroma a toalla húmeda. La vieja me dijo que si quería, podía comprar mi propia “ropa de cama”. En la Zofri son baratas las sábanas Canon, agregó. Estos días tuve recaída por otro resfrío mal cuidado. Volví al hospital, a urgencia. Estoy cerca. Dos cuadras más abajo, por calle Oscar Bonilla con Tarapacá. La gente de la pensión es solidaria después de todo. Me han traído pastilla y me sirven té. Hay una mujer muda –de 40 años hacia adelante- que es la más preocupada. Parece que mantiene una relación con “Pancho”, un grueso vendedor ambulante de edad desconocida. “Pancho” siempre me cuenta de su juventud, en el sur, en Concepción. Almuerzo al frente. En la casa de la señora Charo. Es barato, no sé si bueno –a estas alturas no estoy como para regodearme-.
El marido de la señora Charo, Julio, me ofreció conducir uno de sus taxis. Es un Chevy Nova amarillo de los años 80, pero con un motor nuevo, rugidor como avioneta. Quiere que haga el trayecto de Iquique a Arica, ida y vuelta. Son como tres horas de viaje –o menos-. Le dije que la próxima semana partía. Me gusta la idea, por un tiempo, tal vez un mes, lo justo para lo que me resta, aunque no sé como responda. Acepté porque así tendré una comunicación más directa con el cura Sergio. No me ha respondido los últimos mails. Tal vez se sintió manipulado o encontró este blog.
La señora Charo se atrasó con el almuerzo. Pasó toda la mañana frente a una casa, en la otra cuadra, junto a la vieja de la pensión y todo el barrio. Sólo alcancé a ver la camioneta rectangular del Servicio Médico Legal. El crimen fue desmenuzado en el almuerzo. Todos conocían a la mujer, parecía tranquila, también a su marido. Los hijos de ambos jugaban en la cuadra. Fue un crimen pasional, me dijo la señora Charo con cara de contarme la historia. Parecía disfrutar los detalles sórdidos, mientras cortaba rodajas de tomate con un cuchillo. Concluyó que adoptaría a uno de los hijos de la pareja, si tuviera dinero. “Ellos no merecieron a esa clase de padres”. Nadie elige a sus padres, le dije. Y agregué esas frases que uno dice cuando almuerza con una señora de ese tipo: “los hijos son el mejor regalo del amor”.
-Si hubieran querido más a sus hijos, no habría asesinado a su marido, ni se habría matado ¿Qué destino tendrán ahora los pobrecitos?- afirmó.
-Tal vez a futuro ellos hagan lo mismo- dije.
-¿Cómo?- dijo.
-Maten a sus parejas y después se maten ellos- dije.
Estoy en el computador de la hija de la señora Charo. Es lento, algo anticuado, pero me sale gratis. Le envié otro mail al padre Sergio.

1 comment:

piteate un cuico said...

shaaa, comoce ba a rrepetir la caena de finados, o cea, la ija de la señora charo ba a cere como la señora charo. no mejor qe no.

a los fiano qe dió los tenga en su santo rreino

cogollo mui feros