En la ventana del bus, que aquí le llaman liebre, está escrito Línea 2, Iquique a Alto Hospicio, sector el Boro y Barrio Industrial. El bus es reducido y mal oliente, si entendemos mal oliente como una mezcla de hedores del sobaco, fritura, gasolina y pollo asado.
Los pasajeros dan mascadas a unos pastelitos fritos partidos por una crema amarillenta, espesa. Se llaman berlines y no es comida típica alemana, en ningún caso, pues pertenecen a la pastelería callejera chilena con moscas y uñas negras. Prefiero un queque. Un queque es un esponjoso y algo dulce bocadillo que cuando se come mucho y sin líquido de por medio, provoca arcadas hasta el ahogo. He escuchado o leído de gente que se ha asfixiado por estos pastelitos aunque son casos extremos.
El queque me hizo efecto a los tres minutos de subida, justo cuando Iquique comenzaba a compactarse en una mancha de aluminio.
Un brazo ancho y de piel colgante como cogote de pavo me alcanzó una bebida amarilla. Una salvadora Pap.
El trayecto dura 20 minutos. La gente duerme o cierra los ojos en los 20 minutos de subida. La mayoría de los hospicianos trabaja en Iquique. Son trabajos simples y muchas veces, mal remunerados. Alto Hospicio es el patio trasero de Iquique, es decir, como el sexto mundo, pues si se parte por Nueva York, Iquique viene siendo el Tercer Mundo y así sucesivamente hasta llegar a la bodega humana de Alto Hospicio.
Por la ventana aparece el Cerro Dragón. Es una gran duna con forma de dragón echado -hay que tener un poco de imaginación y verlo de sur a norte-, que marca el límite sur de Iquique. La falda del Cerro Dragón por el sector norte, en tanto, está desapareciendo por casas de poblaciones uniformes. A esas alturas era el único gueón del bus que disfrutaba de la vista. Me sentía como un gueón mirando el google earth.
Mientras los pobres suben, los ricos de Iquique bajan volando, en parapente. Pienso en las ratas y las palomas que son ratas aladas. A muchos de los pasajeros les gustaría dispararle a los gueones del parapente. Serían buen blanco. Caguen mierda, caguen gueones que nos cagan, que nos hacen trabajar. Puede que Rey Misterio sea uno de esos moscos. Es un deporte caro, de sensaciones fuertes, dice un periodista del diario de nombre Paco Alvarez, que escribe sobre turismo. Típicas definiciones del periodismo.
Son las 12.30 horas y éste gueón no llega. La dueña del ciber me aclara que Alto Hospicio no tiene bibliotecas, ni conoce a bibliotecarios del sector, pero si, a bastantes tipos con la descripción.
-Si no llega, le regalo este librito.
-¿Usted es Testigo de Jehová?
-No.
-Gracias entonces, y de qué se trata el libro.
-Sobre detectives salvajes ¿Le gustan los detectives salvajes?
-Suena excitante eso, jejeje ¿Vale muy caro el libro?.
-¿Usted lo piensa vender?.
-Después de leerlo, claro.
-Demósle media hora más a este tipo.
-Mejor que el libro esté en una biblioteca.
-Por supuesto.
-A este pueblo le falta mucha cultura.
- ¿Por qué lo dice y con tanta fuerza?.
- Aquí hay mucha droga, mucha delicuencia por las drogas.
- Como en todos lados.
- También hubo un sicópata y muchos crímenes.
- Sí, pero la gente se olvida con facilidad.
- Puede ser. Igual la ciudad se hizo famosa por los crímenes.
- Yo seguí todo por la prensa.
- Noto que le pesa el libro
- Es un libro pesado
1 comment:
disculpen los cambios y faltas de ortografía. El asunto está en constante proceso...
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