Demoró 10 minutos en contarle la razón de porqué debía lanzar el teléfono por el barranco, en el mejor de los casos. Al final del discurso y porque había un vino cerca, de otro modo imposible, le dijo a Sergio que era más mentiroso que Sommelier de vinos, o sea, había una sabor a higos de Turquía en el relato. O algo parecido. Cuando Sergio mentía abría demasiado los ojos, como también sacaba el pecho hacia adelante. Gesticulaba como revoloteo de pato, además. Yo no soy puta, le reprochó Samir y luego rió
¿Quién mentía mejor o era más creíble? Putas y no tan putas creyeron varias estupideces, como que Sergio, por ejemplo, era un gringo que venía a Iquique, a ver como en un astillero arreglaban su yate. Era un yate de lujo -seguía- y tal vez mañana podríamos ir a navegar. A Sergio le gustaba hacer pasar por gringo, el problema era su pésima pronunciación. De aspecto parecía gringo, en todo caso. Medía un metro 80 y el poco cabello que tenía era claro. Con seis latas de cervezas no podía controlar la lengua. Samir era más aterrizado con las mentiras. Le gustaba alardear que era un narco sofisticado. Sergio era su guardia personal, una suerte de Steven Segal. Estupideces.
La literatura podía decirse que era una pasión domesticada para Sergio. Alguna vez intentó ser escritor. Sus poemas eran demasiado cursis, según lo reprochó Samir. Siguió intentando y leyendo también. Se deslumbró como adolescente con Bukowsky y después con el colombiano Gustavo Bolívar. Le apetecían los cuentos de putas; en general, de excesos. Moda. Al darse cuenta que ninguna editorial lo tomaría en serio, decidió escribir un blog sobre sus experiencias con putas. Le puso “Putas y Cangrejos”. Lo de cangrejos, por quienes pagan putas. Para Sergio, un blog clandestino. Un secreto. Su mujer, claro, no podía enterarse. De Ivania, que quién porque razón estaba con Sergio -podría ser por plata-, hablaremos más adelante. Ivania, en todo caso, era bastante callada, más aún con Samir. Sospechaba en lo que andaban los hombres. Después de leer unos relatos, Samir se acopló al blog. Para Samir no era prioridad ni la literatura ni escribir, pero intentaba y no lo hacía mal. Sergio le editaba los relatos a Samir. El tema de Samir era el cine, lo audiovisual. Por esto había estudiado publicidad, carrera que no terminó pues decidió ayudar en el negocio de la importación de plátanos a su madre. Con eso le bastaba y sobraba.
Por esto cuando Sergio le contó de su teoría sobre los últimos cuatro asesinatos de chicas en Alto Hospicio, Samir pensó que su amigo estaba influenciado por todas las noticias, películas -lo decía por "Sin lugar para los débiles"- y libros de los asesinatos en Ciudad Juárez, México. No estaba tan errado Samir. El último libro que Sergio leyó fue 2666, de Roberto Bolaño ¿Y si esto se repitiera por acá? Samir se encogió de hombros porque no había leído 2666, ni a Bolaño, ni tenía amigos que se interesarán por este tipo de literatura.
Sergio, en tanto, sostenía que sabía de un periodista loco, fanático de Bolaño, que andaba matando chicas para escribir una novela. Dijo que sospechaba de alguien. A propósito, todas las chicas eran rubias. Teñidas, remendó Samir.
Cuando hablaban de otro tema, sonó el celular.
Por esto cuando Sergio le contó de su teoría sobre los últimos cuatro asesinatos de chicas en Alto Hospicio, Samir pensó que su amigo estaba influenciado por todas las noticias, películas -lo decía por "Sin lugar para los débiles"- y libros de los asesinatos en Ciudad Juárez, México. No estaba tan errado Samir. El último libro que Sergio leyó fue 2666, de Roberto Bolaño ¿Y si esto se repitiera por acá? Samir se encogió de hombros porque no había leído 2666, ni a Bolaño, ni tenía amigos que se interesarán por este tipo de literatura.
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1 comment:
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