Saturday, May 30, 2009

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Yo desorientada. Así se llamaba el videoclips que había en el registro audiovisual del celular. Era una melodía triste con un pequeño dinosaurio animado con los ojos semicerrados y con una mano afirmándose la cara.
Mientras le limpiaba el meado a Princesa -la cachorro boxer de Ivania-, Sergio le insistió que regresara el Nokia donde lo compró y pidiera otro a cambio. Un mejor -agregó-.
Tras la descripción de Samir, Sergio dijo que conocía al vendedor. Jugaba fútbol en la selección de Alto Hospicio. Era el 3. Entonces, lo mejor es- dijo Sergio- que le preguntes como llegó el celular allá y le dices lo de Carolina Martínez. De seguro se va asustar con lo de Carolina. Si no te lo cambia por otro mejor, vas a la policía. Dile así. Samir no tenía pensado ir a la policía. En el peor de los casos prefería lanzar el aparato al barranco. Sin embargo ya empezaba a saborear la historia. Sin escuchar las palabras de Sergio –que ahora se referían el celular fallado que le compró a Ivania-, decidió ir a hablar con el tipo. Mañana. Su duda estaba en quién se lo había vendido. No había que ser muy ágil de mente para concluir que aquella persona podía ser el asesino de Carolina Martínez. Podía ser la misma Carolina apremiada de plata, o por drogas.
El cuento negro estaba armado. Samir rebobinaba: el Nokia de la asesinada, un par de llamadas que bien podrían ser de la policía de investigaciones y que si el respondía podía pasar como el asesino y concluía en la tesis más fantástica: un periodista loco fans de Roberto Bolaño, según Sergio, que andaba acosando adolescentes para escribir una novela gonzo.

Por esto le pidió el diario a Sergio.
La crónica estaba mal escrita. Se iba en detalles sobre lo que hacía Carolina Martínez antes de que la mataran y la opinión de familiares que destacaban lo buena que era. Ninguna hipótesis sobre el asesino. Concluía con: la policía de investigaciones está desarrollando intensas pesquisas para dar con el culpable.
-Nadie te va a decir que la chica podía haber sido una puta o drogadicta. Yo no la conocía, así que no puedo decir nada. Sólo que me gustan de la edad de ella –Sergio rió y acto seguido le dio un palmotazo en la espalda a Samir. Este ni siquiera se inmutó pues ahora le preocupaba sentirse como el asesino-
-¿Y si por alguna razón, yo habría conocido a la chica antes? -dijo esto pensando en el interrogatorio de los detectives que de seguro lo harían autoculparse-
La musiquita del celular terminó con la fingida cara de incrédulo de Sergio. Era Ivania que llegaría en media hora a la casa, con un pollo con papas fritas, dos pack de cerveza y una amiga para Samir.

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