Sunday, May 31, 2009

+5


Ivania calificaba a Samir como un pendejo. Samir no contar con un trabajo seguro ni con pareja fija. Ivania, que tuvo su primera hija a los 17 años, redondeó su idea en la vestimenta de Samir –nunca lo vio de formal, siempre como de vacaciones-. Cuestión de apariencias. Para ella las apariencias eran importantes. Habría que indagar en su crianza por esto, asunto que por lo menos aquí, no vale la pena. El usaba sandalias, pantalones de camping y una polera de marca. Habitualmente bebía. La mayoría de las veces despertaba con resaca. Seco. Aunque la ojeriza de Ivania radicaba en que cuando llegaba Samir, Sergio desaparecía. Se le pasó por la cabeza que eran homosexuales. Se influenció por la película de los vaqueros gays. Pero su hija mayor, Mirka, que ya estaba casada, le aclaró que Samir no era gay pues lo vio con unas amigas de ella. Acariciándose la pera. Después bebiendo. Después yéndose juntos. También vio a Sergio. Al principio Mirka no le quiso decir a su madre, pero después al repetirse a Sergio en discotecas y pubs, le dijo. De terror la pelea. Sergio se fue a la calle. Más bien a la casa de unos amigos. Dos amigos que arrendaban un departamento. Separados. A los dos días regresó. Callado. Así era siempre. Sergio regresaba. Por esto, Mirka no soportaba a Sergio, su padrastro.
La casa era de Sergio, de ahí que Ivania no lo pudiera echar. Ivania tampoco no tenía dónde ir. Su yerno no la soportaba. Sergio concluyó que la guerra estaba ganada, aunque se produjeran batallas en el camino. Cuestiones de Samurai -decía con las cejas apretadas-.
Waleska se llamaba la amiga de Ivania. Sergio la pintó como buena para hablar. Hablaba de ella. Demasiado. Esto se acrecentaba con la cerveza, pudo comprobar Samir después. Waleska representaba más de cuarenta año, usaba ropa de calidad y un perfume francés que Samir no alcanzó a distinguir. Después le dijo, ya en la cama, que era un Chateau Du Roy. Raro. Samir nunca había escuchado esa marca. Le sabía a vino por lo de Chateau.
Lo que más encantó a Samir de Waleska era su BMW, descapotable, de dos puertas de color rojo. Un auto de fantasía desde donde se le mirara. Una joya. Era del hermano de Waleska. El hermano de Waleska había derivado de la política a los negocios. Tramposo como él. El hermano estaba en Santiago, ahora. Era transfuga -decía Sergio-. Waleska sólo atinaba a reírse. Dado el estado etílico de Waleska, Samir se ofreció a conducir el BMW. De Alto hospicio a Iquique, demoró 7 minutos. No había muchos vehículos en la bajada. Los pacos nunca detenían a un BMW. Del centro de Iquique hasta las discotecas de Bajo Molle demoró otros 7 minutos. Nada de pacos. Esta vez sobrepasó varios vehículos. Todos japoneses o coreanos. Ya dentro de la discoteca, Samir besó a Waleska. De ahí al motel que estaba al lado de la discoteca. Ivania y Sergio, en su Kia, los despidieron en la puerta del motel. Sergio lo sentía por Waleska, en cambio Ivania lo sentía por Samir.
Waleska lo despertó a las 11 horas, y ya vestida. Le dijo que estaba apurada. Después de cinco minutos la azafata del motel tocó la puerta. Pasado unos minutos lo hizo de nuevo. Se fue a la ducha. Varias veces pusó el chorro de agua caliente en su pene. Aquello podía considerarse como una obsesión después del sexo. Esta vez Waleska puso los preservativos. Samir prefirió quedarse en Iquique que subir a Alto Hospicio. Pensó en visitar a unos amigos. Juan, se llamaba el amigo. Un tipo con aire de metalero. Quería relajarse. No sabía bien si ir a la playa o la Zofri. Caminó por la costanera. A esa hora, mediodía, por efecto del sol la ciudad parecía aplastada. La mirada se le ponía amarilla a cada paso. No andaba con traje de baño ni con los Rayban. No obstante igual se zambulló en el mar. Con calzoncillos. Cuando regresó a las arenas de Cavancha no encontró su jeans y polera. Vio que un chico corría más adelante. Era más pequeño que él. Lo persiguió. El ladrón dobló hacia la Península de Cavancha. En estos casos tenía programado en su cabeza desistir, pero en el pantalón iba el celular y 20 mil pesos. No había razón para arriesgarse. Sin embargo le importó más el celular que la plata, a pesar de las complicaciones que éste le traería después.

No comments: