Thursday, March 29, 2007

27.

Disparó tres veces contra la cabeza de María Elizabeth. Fue como reventar una bolsa de agua.
El retrato de Galleguillos era del perfecto matarife de ganado. Estaba ensangrentado, pero tranquilo, como si matar fuera algo normal, un oficio después de todo.
Cantó, incluso, una antigua canción (...blanca y radiante va la novia) de Antonio Prieto, que emitía la radio. “Ese gueón es de Iquique”, me dijo por Prieto, mientras su pie derecho aplastaba la mano del cadáver. “Chao gueón enfermo”, le dije.
Después supe que el arma pertenecía a Marambio.

Esa noche nos juntamos para hablar sobre Quispe. No nos llamaba. Sospechaba. Todos los diarios nacionales habían sacado amplios reportajes sobre Alto Hospicio, al igual que los canales de televisión. Se hablaba de hasta 12 desaparecidas. La gente se atrevió a denunciar. Ya los pacos no les iban a decir que sus hijas eran putas. Alguna policía seguía con la tesis de trata de blancas, tal vez a esas alturas para despistar al criminal.
María Elizabeth vivía cerca de Galleguillos. A pocas cuadras, me dijo. La mujer de Galleguillos conocía a la madre de la chica. De ahí que esporádicamente Galleguillos la llevara al liceo. Días antes del crimen, María Elizabeth no quiso subirse al V16.


Todavía me duele la muñeca. Le dejé un mensaje a Toña. Ella es la única que me puede decir si las cosas por allá siguen igual. He revisado los diarios por internet y no encontré nada. Estoy en una central de llamadas teléfonicas, que tiene un computador. No es el mejor lugar para conectarse a internet.

Recuerdo que María Elizabeth tenía hambre. Nos detuvimos en unos locales de comida rápida, en la subida de Iquique a Alto Hospicio. Galleguillos no daba señales, ni tampoco dijo que me fuera. Parecía normal. Comimos una grasosa porción de papas fritas. Luego compramos cervezas. Estacionamos frente al Terminal Agropecuario. Nos reíamos de los líos amorosos de María Elizabeth. La chica era alegre. Sin embargo cometió la torpeza de decirle a Galleguillos que desconfiaba de él. Ya estaba media borracha. Que incluso tenía cara de sicópata. No le encontraí la cara, me dijo, y se rió de manera burlesca. Soy degenerado vos gueón, le dijo. Mi mamá dice que vos tenís algo que ver con los crímenes.
Galleguillos, en vez de seguirle el juego, se silenció como acusando el golpe. La chica se iba al lado mío. Me coqueteaba. Traté de besarla, pero en su borrachera me detuvo. No seai patudo gueón, me dijo. Galleguillos escuchaba a Luis Dimas.
Galleguillos propuso que fuéramos al mirador del Cerro Dragón. Antes compró más cerveza. María Elizabeth comenzó a dormitar en mi hombro hasta que se apagó.
Pendeja culia, repetía Galleguillos. No le vai hacer nada gueón, porque te funai y yo te cago, le dije. Cállate conchetumare, no seais gueón, mira tenís a la media mina ahí borracha, en tu hombro, y no le vai a hacer nada, estai loco. Aprovecha.
El gueón le metió las manos en la vagina. La chica tuvo la mala ocurrencia de gritar.

1 comment:

Perro said...

ojo, algunos fragmentos lo estoy editando en el camino, de ahí que desaparezcan y aparezcan huevadas, o se encuentren con alguna incoherencia.