Wednesday, August 29, 2007

10.

Los curas salesianos rescataron a Marcelo.
Marcelo fue el mejor en la escuela, a pesar de haber asesinado al paria viejo de su padre. Dios lo perdonó. El paria se llamaba Don Carmelo, un desgraciado al que nunca vi amargado: siempre festivo, siempre borracho, siempre rodeado de borrachos. Fuimos vecinos. Mi madre hablaba mal de Don Carmelo. La gente justificó a Marcelo cuando lo asesinó.Marcelo me pegaba por gordo. Después nos hicimos amigos. Me había transformado en un cerdo. Hacía reír a los niños: comía tierra y lombrices, también hormigas. Los chicos me venían a ver, era un show. También aprendí a pelear. Un día entre cuatro trataron de pegarme. Al final Marcelo me defendió. Había superado la prueba de valor, me había graduado de Maras. Nos llamábamos “Los Chiri”, una pandilla de pendejos.
Nuestro primer asalto fue a un borracho. Lo dejamos cerca de la línea del tren, sangrando por la cabeza. Lo pateamos hasta el cansancio. No quisimos matarlo porque era profesional, según leímos en su carnet. Salimos en el diario. Fue grato. Don Carmelo también hacía noticia. Había quemado a la madre de Marcelo. Lo acompañé a ver a la señora Catalina al hospital. Nos dijo que haría justicia. El desgraciado de su padre siempre golpeaba a su madre, también a él. Ahora Don Carmelo estaba viejo y desgastado, fácil de noquear. Marcelo se vistió de materife. Le puso varias estocadas ante nuestra mirada terrible. Lo ayudamos a limpiar la sangre. Yo cerré sus ojos. No merecía otro destino.
Al otro día, Milton, el niño que estaba con nosotros, denunció a Marcelo a la policía. Don Carmelo estaba podrido cuando lo subieron a la camilla de metal. A Milton lo acorralamos a la salida de escuela. Marcelo pensó que lo había matado. El chico quedó tirado y aturdido en un callejón desolado. Sabía que estaba vivo. Corrimos. Marcelo mataba por venganza. Yo sentía placer verlo matar. La justicia es amistosa con los chicos. Marcelo tenía 13 años, yo 14. Los curas lo recogieron. A Marcelo siempre le gustaron los números. Era ágil de mente. Yo era mejor para las letras, me conformaba. Sacó rápido la secundaria y después no sabía qué estudiar. Entró a geología. Como profesional comenzó a ganar plata, demasiada para el promedio. Se casó y trabajó en una multinacional de geología.
En Centroamérica volvió a su infancia.

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