Monday, August 20, 2007

6.

Llevo dos días en este Taj Mahal del geólogo M y podría pasar el año aquí en Arequipa, ciudad luminosa, tranquila y colorida con añejas iglesias de porcelana y casonas donde brota una mezcla entre música andina y aromas a caldos de carne con perejil.
Arequipa es una ciudad de paso para turistas que van a Cuzco, me dijo un español, vecino de cabina en este ciber con humo de cigarros y pocas ventanas. Este español -algo calvo y de amaneramiento gay- estaba preocupado por unos amigos alojados en un hostal de Lima ¿Por el terremoto? Claro, por el terremoto, afirmó. Yo no preocupo a nadie. Mi madre se murió hace rato, mi hijo tiene cinco años, y no creo que mi ex mujer le recuerde a su padre después de los hechos que detonaron mi partida.
Anoche soñé con unos jotes picoteando sobre una bolsa de carne humana que alguien lanzó sobre el techo de mi casa.

Hoy, toda la prensa y la televisión dio cuenta del terremoto en Lima, Pisco e Ica. Los arequipeños no parecen muy conmovidos con la tragedia de sus vecinos, tal vez porque nunca se han sentido peruanos.
-Somos independientes- afirmó un taxista que me llevó a la casa del geólogo M, una casa grande de construcción moderna, con piscina, jardines y dos autos en la puerta, además de dos sirvientas poco amistosas, pero que mantienen todo limpio.
Sabe Dios porque pasan estas cosas. Sabe Dios porque es más cruel con los pobres, con los necesitados. La verdad es que en la mayoría de los casos, esta acometida de la naturaleza o de los cielos, se atiza entre los más necesitados, entre aquellos que de por si ya han sido golpeados por la pobreza y que después de esto quedan con las manos vacías y aun más maltratados que antes.”, agrega Tati por el chat.
Tati es linda y posa en bikini con una amiga en una playa para ricos peruanos, todos blancos con lentes Calvin Klein.Nada de rencor.
El geólogo M me dio un abrazo y que estaba en mi casa. Me dijo, entre risas, que le había devuelto el tiempo perdido y que Arequipa era una ciudad espectacular para tirarse chicas. Entendió mis razones. Tras dos años las cosas se ven mejor, dijo. Reconoció su error y yo el mío, aunque hipócritamente, como todo lo que dije esa noche mientras bebíamos pisco marca Tacama con Coca Cola.
Fue uno de los mejores geólogos de su generación de la Universidad del Norte, y siempre ha destacado. No sé en qué mierda trabaja ahora, en Arequipa, pero gana mucha plata. Dijo estar relacionado con la actividad minera. También hablamos de putas: ahora mantenía relaciones esporádicas con unas chicas peruanas, jóvenes, universitarias y otras profesionales según fotos.
El primer tatuaje de Mara me le hice aquí, ayer, ocupé dos horas y no es nada especial, aunque un poco doloroso. Son dos ojos rodeando mis tetillas. El geólogo M tiene los brazos tapizados de tatuajes, todos hechos en Guatemala.
Se ve delgado y mantiene su parecido a Frank Zappa. Esta noche invitó a un amigo chileno suyo que lo provee de buena cocaína, un dealer que alguna vez fue periodista de un diario de Iquique, me dijo, y que tiene una historia sórdida detrás como la tuya –afirmó entre risas-.
Traerá a unas chicas, unas turistas españolas que le prenden velas a Goatse, un gurú sexual.

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