Friday, September 14, 2007

22.


Es Vladimiro Montesinos y no Vladimir Montecinos, me corrige Tati en la piscina-bar de este resort de Mancora, que parece resort de la costa azul francesa pero es peruano, un satélite de la terremoteada Ica, una especie de villa con gente linda y bien aislada donde alguna vez estuvo el actor Adrian Brody, el mismo del pianista de Polanski, con guardias morenos que andan en motos ruidosas de tres ruedas gordas, con un camino de tierra de arribo sólo para 4x4 -hecho a propósito para que no lleguen los cholos- y unas murallas bien altas y pienso en la ciudad perdida de El Dorado, y el cabello de Tati es dorado y su cuerpo algo moreno por el sol y me sigue besando porque hace rato estaba sola –desde julio que no hacía el amor- y le preguntó por su último orgasmo con Montesinos y pone cara de rabia y se desata de mis brazos para recluirse en un rincón de este piscina y me siento como en Niza –que no conozco-, y digo que esto es un sueño cruel, y ella se acerca con un tequila Margarita y me dice que me parezco a Montesinos y que me gustan las mujeres tipo Jacqueline Beltrán y ¿Quién mierda es Jacque Beltrán?, la ex amante de Montesinos, “una chola”, responde Tati, “una simple chola”, agrega, “y no me digas racista, porque tu andas viendo el racismo en todos lados”, y “es que me siento un paria desclasado” le respondo en broma, pero “eres lindo” me dice, y me refriega su rodilla en mi bulto que está arrugado como una oruga y yo camino lento en el agua hacia el bar y pido otra Margarita, y Madonna aparece en el plasma que encendió el moreno que hace rato le mira el culo a Tati, y con una mirada le digo que esa carne es mía y el negro agacha la vista, manso como esclavo, a pesar que con un cabezazo podría aturdirme, y Tati sigue con su odio parido a Jacqueline Beltrán como si en realidad habría tenido algún amorío con Montesinos o conmigo, y pienso que podría ser su hija, su sobrina o no sé, cualquier otro parentesco del viejo y ella me besa en esta agua temperada, algo caliente, donde estamos los dos, más el barman, y Madonna en la tele y sigo con esta dolce vita bien merecida por mi piel y pienso en lo contradictorio del bronceado de Tati, en su piel morena por el sol y su cabello rubio, y sale de la piscina para irse a la habitación donde esperará desnuda sobre la cama blanca para que otra vez se lo haga.

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